Este fin de semana, como cada año, se realizará el cambio de hora en los relojes, un ajuste temporal que, aunque parezca menor, puede generar un impacto significativo en el ritmo biológico de las personas. Expertos en salud señalan que esta alteración del horario, ya sea en primavera o en otoño, afecta al reloj biológico interno, desincronizándolo del ciclo solar y alterando hábitos cotidianos fundamentales como el sueño y la alimentación. El cambio de hora, diseñado inicialmente para ahorrar energía, provoca que muchos experimenten síntomas similares al ‘jet lag’, incluyendo somnolencia diurna, dificultades para concentrarse y alteraciones del estado de ánimo durante la semana siguiente.
Los efectos del cambio de hora son diversos y pueden variar según la sensibilidad de cada persona a las alteraciones del ciclo circadiano. Investigaciones sugieren que la reducción de la cantidad y calidad del sueño puede tener repercusiones en la salud, incrementando el riesgo de problemas cardiovasculares e incluso de accidentes laborales o de tráfico durante los primeros días de adaptación. A pesar de estos inconvenientes bien documentados, la práctica del cambio horario sigue siendo cuestionada en términos de sus beneficios energéticos reales en el contexto actual. Mientras tanto, profesionales de la salud recomiendan preparar a la mente y el cuerpo para el ajuste adelantando progresivamente los horarios de sueño y comidas en los días previos al cambio.
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