El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca tras una ajustada victoria sobre Kamala Harris marca una nueva era de populismo en Washington. A pesar de enfrentar varias acusaciones legales, Trump ha asumido nuevamente el cargo con un discurso que desafía las normas de cortesía política, arremetiendo contra la Administración Biden y prometiendo restaurar lo que, según él, es un estado «catastrófico» del país. En su discurso inaugural, Trump anunció medidas inmediatas como la declaración de emergencia nacional en la frontera sur para controlar la inmigración ilegal y la designación de cárteles mexicanos como organizaciones terroristas. Entre los presentes en la ceremonia, que tuvo lugar en el interior del Capitolio debido al frío, se encontraban figuras prominentes del mundo tecnológico, mientras que la fotografía deseada de un National Mall abarrotado quedó esperanzadoramente aplazada.
En esta nueva etapa, Trump ha delineado una agenda repleta de ambiciosas promesas, desde la reducción de la inflación mediante una emergencia nacional de energía hasta la eliminación del Green New Deal. Su visión de un Estados Unidos más industrializado y menos dependiente de acuerdos internacionales se refleja en su intención de «poner a América primero», destacando una vez más la desconexión con Europa y otras alianzas tradicionales. Trump también promete una era dorada de exploración espacial y avances tecnológicos, pero sin mencionar colaboraciones estratégicas con aliados históricos. El enfoque unilateral y las acciones inmediatas que propone, como el envío de tropas a México, reflejan una continuidad en su estilo de gobernar, llevando adelante su agenda con promesas de prosperidad y renacimiento nacional, aunque aún queda por ver cuántas de sus promesas pasarán el filtro legislativo.
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