Un individuo se enfrenta a serias acusaciones de maltrato animal e intrusismo profesional tras descubrirse que simulaba ser veterinario sin haber completado sus estudios universitarios. El fraude fue descubierto cuando las autoridades identificaron que cobraba tarifas exorbitantes por los líquidos supuestamente medicinales administrados a sus pacientes animales. Un litro de fluidos utilizados en tratamientos para caninos tenía un costo de 200 euros, mientras que para los felinos ascendía a 1.416 euros. Esta práctica no solo violaba normas profesionales, sino que también ponía en grave riesgo la salud y el bienestar de los animales tratados.
El caso ha generado una oleada de indignación entre organizaciones defensoras de los derechos animales y el público general. Las investigaciones preliminares sugieren que el sospechoso elaboraba compuestos caseros y se aprovechaba de la confianza de sus clientes, quienes desconocían su falta de acreditación oficial. En un contexto más amplio, el caso resalta la importancia de reforzar la regulación y supervisión de actividades profesionales en el ámbito veterinario para proteger tanto a los terapeutas legítimos como a sus pacientes. Las autoridades continúan investigando para determinar el alcance total de estas actividades ilícitas y evaluar las posibles sanciones legales para el acusado.
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