Dos activistas colombianas, Luna Valentina Barreto y Manuela Bedoya, formaban parte de la Flotilla Global Sumud que se dirigía a la Franja de Gaza con ayuda humanitaria, cuando su comunicación se cortó a las 5:30 de la tarde del miércoles. El convoy, que partió en septiembre desde Barcelona con más de 500 activistas de 44 países, fue interceptado por la marina israelí en aguas internacionales. Ante esta situación crítica, las activistas lanzaron sus teléfonos al mar, siguiendo el protocolo de seguridad establecido. La marina israelí abordó el barco a la 1:30 de la madrugada del jueves, según confirmaron fuentes oficiales, apuntando con fusiles a los tripulantes, un acto que ha sido altamente criticado por organismos internacionales y el gobierno colombiano.
La situación ha escalado las tensiones diplomáticas entre Colombia e Israel, tras la calificación del incidente por parte de Colombia como un «secuestro en aguas internacionales». El presidente Gustavo Petro ordenó la expulsión de la delegación diplomática israelí en Bogotá, calificando el acto como un crimen. Las activistas fueron llevadas al puerto de Ashdod, pero las autoridades colombianas aún no han podido confirmar esto oficialmente. El Centro Legal para los Derechos de las Minorías Árabes en Israel, Adalah, está ofreciendo apoyo legal a las activistas, quienes se niegan a firmar un documento que reconozca la legitimidad del Estado judío. Mientras tanto, encabezan esfuerzos diplomáticos para su liberación con la ayuda de diversas embajadas internacionales.
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