La reciente tragedia en Valencia, causada por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), ha puesto al descubierto una serie de fallos en la gestión de crisis por parte tanto del Gobierno central como de la Autonomía valenciana. El desastre meteorológico se vio agravado por lo que se describe como una cadena de desidias e incompetencias administrativas. A medida que el cruce de acusaciones entre los gobiernos de Pedro Sánchez y Carlos Mazón continúa, familiares de las víctimas y ciudadanos exigen responsabilidad ante lo que consideran un fallo sistémico. Particularmente llamativa fue la actuación del secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, quien informó a la Generalidad Valenciana sobre el riesgo de rotura de la presa de Forata minutos antes de que se considerase crítica la situación, tiempo durante el cual el embalse estuvo a punto de ceder debido al aumento del caudal.
Por un golpe de suerte, la presa resistió, evitando una catástrofe de proporciones mayores, pero no sin dejar a la vista la tardía reacción del gobierno central. Irónicamente, Morán estaba en Colombia participando en un foro sobre biodiversidad en el momento en que la crisis exigía su presencia en España. A pesar del aviso dramático sobre la amenaza inminente, el secretario no regresó de inmediato, lo cual ha sido interpretado por muchos como una grave falta de responsabilidad. Este caso resalta no solo la fragilidad ante desastres naturales, sino también cómo la falta de coordinación y prontitud puede amplificar las tragedias. La ciudadanía se enfrenta a un panorama desolador, mientras la responsabilidad de lo ocurrido sigue repartida entre diversas administraciones.
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