Los vecinos de un barrio madrileño han expresado su descontento por la continuidad de un controvertido proyecto urbanístico durante el mes de agosto, calificándolo de «jugarreta». Argumentan que la elección de esta fecha, cuando muchos están de vacaciones, busca disminuir la resistencia al desarrollo del plan. A pesar de las protestas, las autoridades locales han seguido adelante, asegurando que el proyecto es vital para el progreso de la comunidad y que se han cumplido con todos los trámites legales necesarios.
Las voces críticas insisten en la reubicación del proyecto, señalando problemas potenciales como el aumento del tráfico y el impacto medioambiental en la zona. Organizaciones vecinales están planificando más acciones para visibilizar su rechazo y esperan establecer un diálogo con las autoridades para encontrar soluciones alternativas. Mientras tanto, el enfrentamiento entre los residentes y el gobierno municipal parece lejos de resolverse, alimentando una creciente tensión que marca las relaciones locales.
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