Chile atraviesa un periodo de intensas tensiones sociales y políticas, marcado por una creciente desconfianza hacia las instituciones, una crisis de representación política, y preocupantes índices de inseguridad y conflicto migratorio. Esta situación refleja un debilitamiento del contrato social que amenaza la estabilidad democrática del país. En un reciente encuentro entre la CEPAL y el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), se presentaron los resultados del Observatorio de Cohesión Social, destacando la implementación de una herramienta innovadora que permite analizar la evolución de la cohesión social en América Latina desde 2004 hasta 2022. Este análisis aborda dos dimensiones clave: la cohesión vertical, que evalúa la relación entre ciudadanos y el Estado, y la cohesión horizontal, centrada en las relaciones interpersonales y la percepción de seguridad.
Los resultados indican que la cohesión social en América Latina se mantiene en niveles moderados, pero con tendencia dispar entre países. Chile, en particular, muestra un preocupante descenso en su cohesión vertical desde 2020, consecuencia del estallido social y la pandemia, reflejado en una baja confianza en el Congreso y partidos políticos. La percepción de justicia distributiva y la preocupación por la desigualdad continúan siendo altos, mientras que la cohesión horizontal ha sufrido un deterioro más severo, ubicando a Chile en la última posición respecto a otros países de la región. La seguridad, aunque moderada en términos objetivos, se percibe cada vez con mayor inseguridad por la ciudadanía. Ante esta situación, la CEPAL insiste en que la cohesión social no solo es un diagnóstico, sino una meta esencial para el desarrollo, que requiere datos sólidos para la formulación de políticas públicas efectivas y la construcción de una sociedad más justa e integrada.
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