En respuesta a una creciente presión pública, varios centros de embarazo en crisis han comenzado a modificar discretamente el contenido de sus sitios web para eliminar el lenguaje engañoso sobre las protecciones de privacidad. Estos centros, frecuentemente denominados «clínicas falsas», han estado en el ojo del huracán por afirmar falsamente que cumplían con la Ley de Portabilidad y Responsabilidad de Seguro de Salud (HIPAA), a pesar de no operar como clínicas médicas certificadas.
Estas afirmaciones erróneas han generado confusión, especialmente porque muchas de estas instalaciones carecen de personal médico y no están obligadas por ley a cumplir con las normativas de HIPAA. Organizaciones como la Electronic Frontier Foundation (EFF) tomaron cartas en el asunto, presentando quejas ante los fiscales generales de ocho estados para que investigaran estas prácticas engañosas.
Según las primeras indagaciones, de los 21 centros mencionados en las quejas, seis han eliminado totalmente las referencias a HIPAA en sus portales web, mientras que uno ha realizado cambios parciales. Notablemente, todos los centros denunciados en Texas y Arkansas han revisado su contenido, lo que subraya una respuesta significativa a las presiones externas.
Sin embargo, la eliminación de términos relacionados con HIPAA no resuelve los problemas fundamentales de privacidad. Muchos de estos centros continúan recolectando datos sensibles sin proporcionar claridad sobre su gestión, almacenamiento o intercambio. Ante la falta de leyes federales de privacidad sólidas, las opciones de recurso para aquellos cuyas informaciones sean mal manejadas son limitadas.
La engañosa presentación de estas entidades como operadoras bajo leyes federales de privacidad ha desinformado a pacientes que enfrentan complejas decisiones de salud. En diversas ocasiones, los datos han sido compartidos sin el consentimiento de los pacientes, muchos de los cuales terminan públicamente accesibles, generando serias inquietudes sobre la protección de información sensible.
Tanto la EFF como otras organizaciones siguen vigilando de cerca estos centros, instando a los fiscales generales a mantener una vigilancia constante sobre sus prácticas para asegurar que se cumplan los estándares de privacidad adecuados.