Durante los meses de verano, el aumento de las temperaturas y la humedad propician un incremento significativo en los casos de intoxicaciones alimentarias y gastroenteritis. Eider Sánchez, nutricionista de Policlínica Gipuzkoa, alerta sobre los riesgos para la salud que esto representa. Según Sánchez, el calor favorece el crecimiento de bacterias en los alimentos cuando no se manipulan ni se conservan adecuadamente.
Datos de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) revelan que en España se registran entre 5,000 y 6,000 brotes anuales de enfermedades de transmisión alimentaria. Sorprendentemente, más del 40% de estos brotes ocurren en verano, época que coincide con temperaturas altas y mayor frecuencia de comidas al aire libre. Las bacterias más comunes involucradas son Salmonella y E. coli, que afectan a alimentos como huevos, carnes, pescados y productos lácteos mal conservados o manipulados incorrectamente.
Uno de los errores más comunes, destaca Sánchez, es dejar comida cocinada a temperatura ambiente por períodos prolongados. Recomienda que los alimentos no permanezcan más de dos horas fuera del frigorífico. Las sobras deben refrigerarse rápidamente en recipientes cerrados. Además, aconseja descongelar los alimentos en el frigorífico, lo cual previene la proliferación bacteriana y preserva sabor y textura.
Cuando se planea salir de casa, ya sea a la playa o de picnic, es fundamental utilizar neveras isotérmicas con acumuladores de frío y almacenar los alimentos en envases herméticos. En restaurantes, es importante verificar que los platos estén bien protegidos y presenten un aspecto fresco. Especialmente el pescado y el marisco, cuya frescura se puede identificar por su apariencia y características. Si un alimento no está bien protegido, aunque aparente estar en buen estado, es mejor no consumirlo.
Ciertos alimentos, como huevos, pescados, mariscos, carnes, lácteos y mayonesas caseras, son sensibles al calor. Ante la duda sobre su conservación adecuada, lo más prudente es evitarlos. No se debe confiar únicamente en la apariencia o el olor; por lo tanto, mantener adecuada higiene al manipular y conservar los productos es vital. Esto incluye lavar frutas y verduras, lavarse las manos antes y después de manipular alimentos y limpiar correctamente utensilios y superficies.
En caso de sufrir una intoxicación alimentaria, cuyos síntomas pueden incluir náuseas, vómitos, diarrea o fiebre, es crucial acudir a un centro de salud. Durante la recuperación, Sánchez aconseja evitar alimentos irritantes como café, té, grasas y bebidas gaseosas, sugiriendo optar por comidas suaves que no alteren el sistema digestivo y ayuden a rehidratar el cuerpo.