La presión tanto interna como externa se intensifica sobre el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, debido a la creciente devastación en la Franja de Gaza. Fuentes cercanas al gobierno indican que las críticas han aumentado, no solo por parte de la comunidad internacional, sino también desde sectores políticos y civiles dentro de Israel. Las consecuencias de la ofensiva militar han generado un considerable número de víctimas y un deterioro significativo de la infraestructura en Gaza, lo que ha llevado a llamados urgentes para un alto el fuego. Organizaciones internacionales y líderes mundiales han instado al gobierno israelí a reconsiderar sus acciones y buscar soluciones diplomáticas para evitar más tragedias.
En el ámbito interno, políticos opositores resaltan que la escalada del conflicto podría tener repercusiones negativas duraderas para la seguridad y estabilidad de Israel. Además, voces desde dentro del propio partido de Netanyahu han comenzado a emerger, preocupadas por el impacto humanitario y las posibles sanciones económicas de la comunidad internacional. La presión no solo proviene de los políticos, sino también de movimientos ciudadanos que demandan una política más centrada en la reconciliación y el respeto a los derechos humanos. La situación actual plantea un desafío crítico para el gobierno de Netanyahu, que se encuentra en una posición complicada, lidiando con la creciente presión de diversos frentes para poner fin a la ofensiva en la región.
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