En un caso que ha estremecido a Francia, Joël Le Scouarnec, un ex cirujano de 74 años, ha sido condenado a 20 años de prisión por agredir sexualmente a 299 personas, en su mayoría menores de edad, entre 1989 y 2014. El juicio, que duró 57 jornadas, desveló el horror contenido en los diarios personales del médico, donde detallaba meticulosamente sus crímenes. A pesar de las pruebas abrumadoras, lo que realmente desconcertó fue la incapacidad de su entorno para detener sus actividades durante tantos años. Nadie en su familia, ni en los hospitales donde trabajó, levantó una denuncia pese a conocer sus inclinaciones. Una cultura de silencio y la autoridad que revestía su bata blanca permitieron su impunidad.
Le Scouarnec, quien ya cumplía una condena previa de 15 años por delitos similares, aceptó su culpabilidad sin pedir indulgencia, y expresó un deseo de recuperar su humanidad. Durante el juicio, el testimonio de las víctimas reveló el impacto psicológico duradero de los abusos. Muchas sufrieron estrés postraumático y dificultades en sus relaciones personales, agravadas cuando descubrieron la verdad de lo ocurrido. La falta de acción por parte de colegas y familiares subraya un fallo sistemático en la detección y sanción de estos actos atroces, dejando interrogantes sobre la supervisión y denuncias en el ámbito médico.
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