En un paisaje empresarial cada vez más digitalizado y competitivo, la gestión de amenazas internas ha emergido como una prioridad crítica en el ámbito de la ciberseguridad. Esta preocupación ya no recae exclusivamente en los Chief Information Security Officers (CISOs), sino que ha captado la atención de la alta dirección, lo que ha permitido la elaboración de planes de gestión de riesgos específicos que responden a las necesidades de cada organización.
Casos comunes de amenazas internas incluyen situaciones en las que un empleado, al cambiar de empleador, descarga datos sensibles de la empresa. Este tipo de incidentes puede comprometer información crucial como listas de clientes, confidencias corporativas y propiedad intelectual, erosionando así la ventaja competitiva de la empresa afectada.
Un informe de Proofpoint resalta que en 2024, el 46% de los responsables de seguridad informaron enfrentarse a pérdidas de datos confidenciales en el último año. De ellos, el 70% consideró que la salida de personal fue un factor clave en estos incidentes. Sin embargo, un 82% de los CISOs mantiene confianza en sus actuales sistemas de control de datos, lo que pone de manifiesto un posible desajuste entre percepción y realidad.
En respuesta, las organizaciones se ven impulsadas a adoptar un enfoque proactivo hacia la gestión de riesgos internos, lo que implica prevenir incidentes antes de que ocurran mediante una comprensión clara de los datos y usuarios en riesgo, y mejorando los tiempos de respuesta a través de procedimientos bien establecidos.
El establecimiento de un programa efectivo de gestión de riesgos internos no solo busca neutralizar amenazas explícitas, sino que también promueve la eficiencia y productividad empresarial al minimizar interrupciones potenciales. Para avanzar en este objetivo, el equipo de investigación de amenazas de Proofpoint sugiere cinco pasos críticos:
Formar un equipo interfuncional: Es crucial integrar a distintos departamentos de la empresa para que la responsabilidad del riesgo de información privilegiada se comparta entre jurídico, recursos humanos, cumplimiento normativo y la alta dirección. Este enfoque colaborativo facilita el respaldo ejecutivo necesario para superar los obstáculos internos.
Definir objetivos claros: Identificar las vulnerabilidades de la organización es esencial para evitar que un riesgo se materialice en una amenaza auténtica. Este proceso implica reconocer incondicionalmente a las personas y los datos en riesgo mientras se equilibra la seguridad con la productividad y las obligaciones de cumplimiento.
Evaluar la situación actual: Analizar las capacidades actuales en detección, respuesta y prevención permite ajustar el enfoque del programa de riesgos internos en función de su eficacia y las inversiones ya realizadas.
Implementar acciones operativas: Establecer procesos claros para que los analistas puedan evaluar riesgos de manera efectiva, con protocolos de escalamiento bien definidos y en colaboración con todos los departamentos relevantes.
- Revisar y actualizar el programa: La gestión de riesgos debe ser un proceso iterativo. Revisiones periódicas del programa son fundamentales para su evolución continuada, con métricas y objetivos desarrollados intencionadamente que guíen el crecimiento orgánico y la efectividad de las medidas implementadas.
En conclusión, la amenaza interna se perfila como una preocupación crítica en el horizonte de la seguridad empresarial moderna. Al adoptar un enfoque integral y proactivo, las organizaciones no solo protegen sus activos más valiosos, sino que también construyen una cultura de seguridad que contribuye a la fortaleza y resiliencia empresarial en un mercado global cada vez más desafiante.