En febrero de 2018, la humanidad fue testigo de un evento que combinaba la innovación tecnológica con una estrategia de marketing audaz: el lanzamiento del Tesla Roadster de Elon Musk al espacio exterior. Este icónico automóvil eléctrico fue enviado hacia la órbita de Marte a bordo del Falcon Heavy de SpaceX, marcando un hito en la carrera espacial. Sin embargo, lo que comenzó como una hazaña de ingeniería ha dado un giro inesperado, generando preocupaciones científicas y culturales que resuenan en nuestro planeta. A medida que el «Starman», el maniquí que viaja en el Roadster, avanza a 24,000 km/h, el temor de un posible regreso a la Tierra en las próximas décadas ha empezado a cobrar fuerza entre expertos en astrofísica.
La comunidad científica está alerta ante las perturbaciones gravitacionales que podrían desviar el curso del Roadster, cuyos componentes podrían sobrevivir al reingreso atmosférico, planteando riesgos potenciales. La confusión en torno al Roadster llevó al Centro de Planetas Menores a anunciarlo erróneamente como el asteroide 2018 CN41, lo que subraya la necesidad de vigilancia espacial. Simultáneamente, el fenómeno cultural creado por el Tesla Roadster ha despertado teorías de conspiración y eventos populares, como «búsquedas del Starman», que han generado congestiones y disturbios. Elon Musk ha mantenido silencio sobre el vehículo, mientras su legado continua impulsando debates en torno a los límites entre la innovación y los riesgos potenciales que conlleva.
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