Giulio Ciccone triunfó en la Clásica de San Sebastián, optando por la cautela y absteniéndose de lanzar sus gafas al público tras haber sido multado previamente por este gesto. En una tarde donde la estrategia y el cálculo predominaron, el ciclista italiano del Lidl Trek demostró su dominio desde la temida subida de Murgil, dejando atrás al pelotón y cruzando la meta en solitario. Bajo la brisa del Cantábrico, Ciccone celebró con control su victoria, una prueba más de su recuperación tras la caída en el Giro, priorizando el disfrute sobre los gestos impulsivos.
Durante la carrera, Primoz Roglic y Juan Ayuso intentaron liderar en la ascensión a Erlaitz, pero Ciccone se mantuvo firme y vigilante. En un juego estratégico, el italiano aprovechó un descuido del competidor suizo Jan Christen, dejando atrás a sus rivales en el momento crucial. La diferencia obtenida en el ascenso le permitió llegar a la meta con una ventaja clara, reafirmando su estado de forma y silenciando las dudas que lo acosaban tras su accidente. Mientras tanto, Urko Berrade fue el mejor español, llegando en vigésima posición, reflejando la baja presencia del ciclismo español en la competencia internacional.
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