El debate sobre el supuesto declive moral y cultural de las nuevas generaciones es tan antiguo como la historia misma, con ejemplos que se remontan hasta los versos de Horacio en el siglo I a.C. Sin embargo, actualmente se observa un cambio en la dirección de las críticas generacionales, con los jóvenes acusando a sus mayores de malas gestiones sobre cuestiones cruciales como el trabajo, las pensiones y la vivienda. Este cambio de perspectiva es evidente en plataformas como las redes sociales, donde se expresan insatisfacciones y se desarrollan sátiras de los deseos de riqueza percibidos en la generación de los ‘boomers’. Históricamente, este tipo de confrontaciones entre generaciones han resurgido durante crisis significativas, a menudo coincidiendo con movimientos políticos que buscan movilizar a los jóvenes como agentes de cambio.
La desigualdad económica entre generaciones se ha exacerbado especialmente desde la crisis económica de 2008, con las políticas liberales acentuando las brechas en riqueza y oportunidades. Expertos sostienen que esta disparidad no se debe simplemente a una lucha entre edades, sino también a desigualdades de clase y género, con políticas históricas beneficiando a los ya privilegiados en el sistema. Mientras algunos, como Jon González, señalan las tendencias demográficas y políticas que favorecen la perpetuación de estos desequilibrios, otros como Aida dos Santos recalcan que el discurso sobre el declive generacional oculta un conflicto más amplio entre clase, género y otras formas de identidad. A pesar de la complejidad del problema, la clave podría estar en movilizar a las generaciones afectadas a tomar acción pragmática y buscar alianzas para presionar por cambios políticos y económicos necesarios para un futuro más equitativo.
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