En una respuesta que desafía la reciente flexibilización de las restricciones por parte de Estados Unidos, China ha adoptado una postura firme contra la compra de GPUs de inteligencia artificial de NVIDIA y AMD. El gobierno chino ha lanzado una campaña interna advirtiendo a empresas estatales y privadas, así como a organismos gubernamentales, sobre los riesgos de integrar estos chips en proyectos críticos.
Las directrices, enviadas por varias entidades chinas, señalan específicamente a las GPU H20 de NVIDIA y los aceleradores Instinct de AMD como productos a evitar en infraestructuras gubernamentales y sectores estratégicos. La motivación oficial es la protección de la seguridad nacional ante potenciales amenazas de “puertas traseras” en las tecnologías de hardware estadounidenses, pese a no haberse presentado pruebas públicas al respecto.
Esta iniciativa surge poco después de que Washington permitiera la exportación de chips de IA con capacidades limitadas, bajo la condición de que las empresas estadounidenses paguen un porcentaje al gobierno. La respuesta china parece diseñada para contrarrestar estos esfuerzos y neutralizar posibles ganancias antes de que se materialicen.
Detrás de esta maniobra se encuentra un deseo claro del gobierno de Xi Jinping por reducir la dependencia tecnológica extranjera y potenciar la industria nacional de semiconductores. Aunque empresas chinas como Huawei y Biren trabajan en el desarrollo de sus propios chips, estos aún no igualan el rendimiento de NVIDIA y AMD, lo que podría ralentizar el avance de aplicaciones de IA en el país.
El enfoque recuerda al bloqueo de Estados Unidos a Huawei, resaltando una estrategia común de controlar cadenas de suministro y minimizar la dependencia de tecnologías de países rivales. Sin embargo, esta decisión plantea riesgos para las empresas chinas que podrían perder competitividad frente a sus pares internacionales que sí cuentan con acceso a tecnología de vanguardia.
Por otro lado, las finanzas de NVIDIA y AMD también podrían verse afectadas, ya que una disminución en la demanda de China influiría significativamente en sus ingresos y complicaría la expansión del mercado global de IA. Este escenario es parte de una contienda más amplia por el dominio de la próxima era tecnológica, donde no solo está en juego el acceso a tecnología avanzada, sino también quién establecerá las reglas de este nuevo marco global.
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