En el reciente escenario de la geopolítica internacional, Malasia ha emergido como un nuevo escenario clave en la disputa por el control de las tierras raras, recursos fundamentales para las industrias tecnológicas y energéticas. El ministro malasio de Recursos Naturales y Sostenibilidad Medioambiental, Johari Abdul Ghani, informó sobre la oferta realizada en abril de 2024 por el presidente chino, Xi Jinping, quien propuso ayudar a Malasia a desarrollar capacidades de procesamiento. Esta cooperación estaría sujeta a la condición de que se limitara a socios de propiedad estatal.
China, líder en el control de la cadena mundial de suministro de tierras raras, busca proteger su tecnología de separación, un sector donde mantiene una ventaja competitiva. Aunque las conversaciones apenas están comenzando, la oferta de Pekín es estratégica: transferencia de conocimiento a Malasia bajo un modelo que evite la difusión de tecnología a entidades privadas o competidores internacionales.
Malasia, que cuenta con depósitos de tierras raras, hasta ahora ha carecido de la tecnología y el personal calificado para su explotación eficiente. En este contexto, empresas no chinas, como la australiana Lynas, han entrado en escena procesando concentrados importados en instalaciones malayas. Con el objetivo de añadir valor localmente, el gobierno malasio ha prohibido la exportación de tierras raras sin procesar, buscando atraer inversión en las etapas intermedias y finales de la cadena productiva. Según Zafrul Aziz, ministro de Inversión, Comercio e Industria, Kuala Lumpur mantiene un enfoque no discriminatorio en sus políticas hacia Estados Unidos y China.
Un reciente estudio del Departamento de Minerales y Geociencia calcula que Malasia posee 16,2 millones de toneladas de tierras raras, valoradas en aproximadamente 175.000 millones de dólares. Según el Plan Maestro Industrial 2030, esta explotación podría atraer inversiones de hasta 100.000 millones de ringgit y crear cerca de 4.000 empleos. Para coordinar el desarrollo del sector, el Ejecutivo ha creado un comité especial para estudiar la industria y fomentar su crecimiento.
La disposición de China a cooperar con Malasia llega en un momento en que Estados Unidos también busca fortalecer su relación con el país asiático en la obtención de recursos críticos. Esta dinámica se enmarca en su estrategia de reducir la dependencia de Pekín en el suministro de minerales esenciales para diversas tecnologías avanzadas.
La movida de China plantea interrogantes estratégicas: ¿Es un intento de Pekín por consolidar su influencia en Malasia contra Washington o una estrategia para controlar el desarrollo de la industria regional, limitando la transferencia tecnológica a terceros? En cualquier caso, Malasia se posiciona como un nuevo actor en la diversificación de las cadenas de suministro globales, enfrentando el desafío de equilibrar sus relaciones con Estados Unidos y China.
El descubrimiento de grandes reservas de tierras raras refuerza la importancia de Malasia en el panorama global, colocándola en una encrucijada decisiva para el futuro económico del país y su posición en la rivalidad tecnológica entre las grandes potencias. La elección de Kuala Lumpur sobre la colaboración con China o Estados Unidos marcará el rumbo de su industria y su papel en la dinámica global del siglo XXI.
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