El regulador del ciberespacio de China, la Administración del Ciberespacio de China (CAC), ha tomado medidas contundentes al exigir a la empresa estadounidense NVIDIA explicaciones detalladas sobre sus chips H20. Estos chips, desarrollados específicamente para el mercado chino bajo las restricciones de exportación impuestas por Estados Unidos, están bajo sospecha por potencialmente incluir funciones de rastreo y apagado remoto, entre otras características que podrían comprometer la seguridad nacional china.
Los H20, basados en la arquitectura Hopper y diseñados con potencia de cálculo limitada para cumplir con las sanciones estadounidenses, han sido objeto de controversia desde su introducción. Originalmente prohibidos por Estados Unidos debido a posibles usos militares del gobierno chino, las restricciones fueron levantadas tras negociaciones discretas, permitiendo su exportación. Sin embargo, las tensiones se mantienen altas, especialmente después de que el 31 de julio de 2025, la CAC exigiera a NVIDIA documentación técnica para asegurar que sus chips no incluyen capacidades de rastreo, desactivación remota del sistema o recolección de datos de forma oculta.
Esta acción se fundamenta en las estrictas leyes chinas de Ciberseguridad y Protección de la Información Personal, que priorizan la revisión de cualquier tecnología extranjera susceptible de representar una amenaza para la infraestructura digital nacional. Un comunicado de la CAC detalló preocupaciones sobre posibles capacidades de localización y seguimiento en los chips, reflejando una desconfianza que se ha avivado por los señalamientos de legisladores estadounidenses que habrían solicitado funcionalidades de rastreo para los chips avanzados exportados.
Este episodio replantea una inquietud profunda y global sobre el control de la tecnología que utilizamos. Tanto China como Estados Unidos han enfrentado acusaciones similares, y ejemplos como el de Huawei y TikTok ilustran la complejidad de la opacidad de sistemas tecnológicos que podrían albergar funciones ocultas de vigilancia.
David Carrero, experto en infraestructura cloud, ha señalado que «en este tipo de disputas, nadie está completamente libre de sospechas». La presión geopolítica, según Carrero, podría convertir tecnologías críticas en «armas invisibles».
La desconfianza creciente ha motivado a diversas naciones a buscar soluciones soberanas y exigir una transparencia total en diseños de chips y software. Sin embargo, las legislaciones nacionales muchas veces obligan a mantener requisitos secretos, convirtiendo la situación en un complejo dilema entre la ciberseguridad y la geopolítica.
La reciente propuesta de la «Chip Security Act» en Estados Unidos, que contempla la inclusión de tecnologías de seguimiento como el GPS en los chips exportados, es un ejemplo claro de esta encrucijada. La solicitud de China a NVIDIA se puede interpretar como una preocupación legítima por la soberanía digital, pero también como un movimiento estratégico para reducir la dependencia tecnológica. En un mundo donde la inteligencia artificial y los chips avanzados son pilares del poder global, la confianza tecnológica se ha convertido en un bien escaso.
La gran incógnita sigue siendo si es posible desarrollar tecnología sin depender ciegamente de quien la fabrica, en un contexto donde los conflictos geopolíticos han comenzado a modelar el futuro del silicio.
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