China ha vuelto a utilizar una de sus armas más contundentes en la guerra tecnológica con Estados Unidos: las tierras raras. El Ministerio de Comercio de la República Popular anunció nuevos controles que restringen la exportación de cinco elementos críticos, endureciendo además el control sobre el equipamiento necesario para su refinado. Con esta medida, Pekín amplía a doce el número de tierras raras sometidas a restricciones de exportación, consolidando su dominio sobre una cadena de suministro esencial para la industria de semiconductores, la defensa y la energía verde a nivel global.
Este movimiento llega en un momento estratégicamente calculado, a pocas semanas de una esperada reunión entre Xi Jinping y Donald Trump en la cumbre de APEC en Corea del Sur. Desde 2024, ambos países mantienen una tregua comercial frágil tras la aplicación de aranceles del 145% y 125% respectivamente. La nueva medida amenaza con romper ese alto el fuego arancelario.
China procesa un 90% de las tierras raras del mundo, controlando no solo el volumen extraído, sino también la capacidad para refinarlas y transformarlas. Este control del proceso permite a Pekín cerrar el grifo a su antojo. Según el anuncio oficial, estas restricciones se justifican en nombre de la seguridad nacional, argumentando que los productos tienen aplicaciones tanto civiles como militares.
El endurecimiento también afecta a la maquinaria y tecnologías utilizadas en su refinado, complicando que otros países puedan sustituir rápidamente la capacidad de procesamiento si China decide cortar el suministro. Las empresas que deseen exportar productos con tierras raras de origen chino necesitarán licencias específicas si contienen más del 0,1% de estos materiales o si fueron fabricados con maquinaria china. Los permisos serán evaluados caso por caso, especialmente en tecnologías sensibles como chips de 14 nm y proyectos de Inteligencia Artificial con uso potencial militar.
El impacto de estas restricciones afecta a sectores clave para Estados Unidos: semiconductores, energía y defensa. Equipos esenciales como los cazas F-35 o misiles Tomahawk dependen de componentes que incorporan tierras raras procesadas en China.
Esta medida es una respuesta a las restricciones estadounidenses sobre el acceso de China a equipos de fabricación de chips avanzados. Pekín recuerda que controla las materias primas críticas y el know-how de refinado. La reacción bursátil ha sido inmediata, con empresas relacionadas viendo importantes subidas, mientras que en el sector del hardware la reacción ha sido más prudente pero con señales de preocupación.
Con una cumbre de APEC cercana, China coloca a Estados Unidos ante una disyuntiva: flexibilizar su cerco tecnológico o enfrentar un shock en el suministro de materias primas críticas. Las empresas deben prepararse mapeando su cadena de suministro, reforzando la trazabilidad y explorando vías de diversificación para mitigar el impacto de estas restricciones.
El futuro del mercado dependerá de las decisiones que adopten ambas potencias en las próximas semanas, con un ojo puesto en cómo se desarrollará esta partida geopolítica que puede tener repercusiones significativas en la economía global del silicio.
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