China está acelerando el desarrollo de la inteligencia artificial (IA) entre sus pequeñas y medianas empresas (pymes) mediante un novedoso programa de subsidios enfocado en reducir los costes de computación. Este programa, que se extiende por ciudades como Pekín, Shanghái, Chengdu y otras, introduce «vales de computación» que permiten a las pymes acceder a capacidad de cómputo a precios muy reducidos, cubriendo hasta el 80 % de los costes. La estrategia busca también aprovechar centros de datos infrautilizados desde la política de «Datos del Este, Computación del Oeste».
Shanghái, por ejemplo, ha destinado 600 millones de yuanes a estos vales y otros 100 millones para apoyar el entrenamiento de grandes modelos de lenguaje. La medida es parte de un plan mayor diseñado para crear un mercado unificado de alto poder de cómputo que optimice el uso de infraestructura existente y justifique grandes inversiones.
La “AI Plus” es la iniciativa emblemática que busca integrar la IA en sectores clave como manufactura y comercio electrónico. Las políticas están dirigidas a mejorar la calidad de vida y fomentar el consumo mediante la tecnología. Figuras como Zhang Kailin, de la Comisión Nacional de Desarrollo y Reforma, afirman que la IA está destinada a ser un motor tanto de productividad como de mejora en la vida diaria.
Este programa permite a las pymes chinas superar barreras económicas significativas asociadas al alto coste de entrenar modelos de IA, un desafío exacerbado por la escasez de unidades de procesamiento gráfico (GPU) de última generación y tensiones comerciales internacionales. Con la introducción de estos vales de computación, las pymes pueden ahora realizar ciclos de entrenamiento de manera más accesible, optimizar sus proyectos de investigación y desarrollo, y utilizar capacidad ociosa en centros de datos estatales.
Además, la política busca responder a dificultades en el contexto global, como las restricciones de EE. UU. en la exportación de semiconductores avanzados, alentando la autonomía tecnológica de China.
El enfoque final de la estrategia es hacer de la IA un catalizador no solo de desarrollo industrial, sino también de nuevas formas de consumo y negocio. La implementación exitosa de esta política dependerá de factores como la agilidad administrativa y la coordinación regional.
En definitiva, el plan de China apunta a establecerse como líder global en la adopción y gobernanza de tecnologías de inteligencia artificial, sosteniendo así su competitividad económica e influencia internacional.
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