El mercado tecnológico asiático ha demostrado ser resiliente ante las severas restricciones impuestas por Estados Unidos para limitar el acceso de China a avanzados hardware, como las potentes GPU Blackwell de NVIDIA. A pesar de los estrictos controles, redes de comerciantes y distribuidores han hallado métodos alternativos para adquirir estos codiciados chips a través de terceros países, tales como Malasia, Vietnam y Taiwán. Esta estrategia ha permitido que los chips lleguen a China en cuestión de semanas, desafiando las sanciones estadounidenses.
Ante esta situación, la administración estadounidense ha respondido con firmeza. El expresidente Donald Trump es uno de los principales impulsores de sanciones más duras, incluso sugiriendo un bloqueo total de chips hacia Asia. Esta medida busca frenar el flujo de tecnología de inteligencia artificial hacia el gigante asiático, aunque los costos asociados son elevados. En China, los precios de los servidores equipados con GPU Blackwell han alcanzado cifras astronómicas, superando los 600.000 dólares por unidad. Este mercado negro no solo ha permitido la entrada de la serie Blackwell, sino que también ha asegurado la disponibilidad de la generación anterior de chips, como los Hopper, que son ampliamente utilizados en aplicaciones de inteligencia artificial.
Incluso las instituciones educativas chinas, como las universidades de Shenzhen y Wuhan, han logrado hacerse con este avanzado hardware, demostrando que las barreras impuestas por EE.UU. no han sido del todo efectivas. Frente a este panorama, Washington ha intensificado la vigilancia, implementando controles más rigurosos sobre la venta y distribución de tecnología avanzada. Compañías como NVIDIA han adoptado verificaciones más estrictas para evitar que sus productos lleguen al mercado chino indirectamente.
El plan de Trump contempla nuevas sanciones que podrían impactar a países y empresas involucradas en la reventa de estos chips, lo que ya ha resultado en un endurecimiento de las regulaciones en naciones como Singapur y Taiwán. No obstante, a medida que aumentan las restricciones, las redes de comercio clandestino también se han sofisticado. Un legado que comenzó con el tráfico de pequeñas cantidades de procesadores se ha convertido en un entramado logístico capaz de gestionar operaciones a gran escala, incluyendo pagos, documentación y transporte.
Se espera que en los próximos meses se anuncien nuevas medidas para impedir el acceso de China al hardware de inteligencia artificial. Sin embargo, la gran incógnita persiste: ¿serán efectivas estas sanciones o el mercado negro encontrará nuevas formas de sortear las barreras? Mientras la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China continúa, el desenlace de esta contienda está lejos de definirse.