Estados Unidos ha implementado un nuevo alivio en las sanciones petroleras dirigidas a Venezuela con el objetivo de contrarrestar la creciente influencia china en el sector energético del país sudamericano. Esta medida refleja la preocupación de Washington por el incremento de inversiones y acuerdos entre Pekín y Caracas, que han fortalecido la posición de China en una región tradicionalmente bajo la influencia estadounidense. El alivio busca incentivar el incremento de la producción petrolera venezolana y reducir su dependencia de China, al facilitar transacciones con empresas estadounidenses y sus aliados.
Analistas señalan que este movimiento podría recalibrar las relaciones geopolíticas en América Latina, en un momento en que el mercado energético global enfrenta desafíos significativos. Aunque las reacciones en Caracas son mixtas, con algunos sectores esperanzados sobre un posible impulso a la economía nacional, otros mantienen cautela sobre el impacto real de esta política a largo plazo. La decisión de Washington subraya el interés estratégico por mantener su presencia en el continente y amortiguar el avance de otras potencias, especialmente en un recurso tan crítico como el petróleo.
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