Ayer, en la Plaza San Pedro, miles de fieles observaron con expectación la chimenea de la Capilla Sixtina, en espera del resultado del cónclave convocado para elegir al sucesor del papa Francisco. El humo negro que emanó de la chimenea indicó que, tras las votaciones, ningún candidato logró alcanzar los votos necesarios para ser elegido como el nuevo líder de la Iglesia católica. Esta señal de falta de consenso prolonga la incertidumbre sobre quién ocupará la Silla de San Pedro, un evento que concentra la atención del mundo católico y más allá.
Simultáneamente, en España, el Congreso de los Diputados mostró un panorama similar de desacuerdo. En una jornada que podría describirse como otro cónclave fallido, los políticos del país no lograron alcanzar un consenso significativo, permaneciendo estancados en una situación que ya se prolonga demasiado. La falta de acuerdos, que en el Vaticano se simboliza con la fumata negra, parece ser también una constante en la política española, donde alcanzar el necesario consenso de dos tercios se presenta como una meta lejana y difícil de concretar.
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