En un trágico episodio que ha conmocionado a Barcelona, una trabajadora de 51 años, empleada de la empresa concesionaria del servicio de limpieza viaria del ayuntamiento, perdió la vida el pasado sábado. La mujer, identificada como Montserrat, falleció tras sufrir una indisposición durante su jornada laboral, en un día en que la capital catalana soportó temperaturas que alcanzaron los 40 grados centígrados.
El sindicato CGT expresó su profundo pesar por el fallecimiento y destacó la repetición de estos trágicos incidentes cada verano. «Cada verano lamentamos varias muertes por las altas temperaturas», señaló el sindicato, que lleva décadas advirtiendo sobre los peligros de las temperaturas extremas para quienes trabajan al aire libre o en condiciones insuficientemente climatizadas.
Según el relato proporcionado por la CGT, Montserrat había informado a su superior de su indisposición debido al calor abrasador. Sin embargo, en lugar de recibir la asistencia necesaria, se le aconsejó simplemente que bebiera agua y continuara trabajando. El hecho ha sido calificado como una negligencia grave por parte del sindicato, que no dudó en llamar a este tipo de situaciones «terrorismo» laboral.
Ante esta tragedia, surge una pregunta recurrente: ¿cuántas muertes más se necesitarán para que las altas temperaturas sean tomadas en serio como un peligro mortal para los trabajadores? La CGT insiste en que existen medidas concretas que podrían implementarse durante el verano para mitigar los efectos del calor, como la reducción de horarios o la reorganización de tareas en las horas menos calurosas del día. Sin embargo, lamentan la falta de voluntad política para aplicarlas.
El caso de Montserrat no es aislado. Hace unos años, un trabajador de 60 años murió en Vallecas, Madrid, en circunstancias similares. Tras aquel suceso, se realizaron algunas modificaciones, como la revisión de uniformes y el cambio del horario laboral para evitar las horas de calor extremo, pero desde el sindicato sostienen que estas medidas son insuficientes y que persiste una falta de acción efectiva para garantizar la seguridad laboral.
La CGT denuncia que detrás de las muertes laborales se oculta la precariedad sistemática de las condiciones de trabajo en empresas subcontratadas. Según el sindicato, catalogar estas situaciones como «accidentes» es un eufemismo que minimiza la gravedad del problema. «No son muertes, son asesinatos», afirman, subrayando la responsabilidad de los superiores y empleadores que permiten condiciones de trabajo riesgosas.
Finalmente, la CGT reafirma su compromiso de continuar denunciando estos incidentes y luchando por la protección de los trabajadores. «La salud y seguridad en el trabajo son imprescindibles, y todas las vidas importan», concluyen, recordando que proteger la vida de las personas no debe subordinarse a interese económicos.
Fuente: CGT