En 1982, el mundo del tenis se vio sacudido por la sorpresiva retirada de Bjorn Borg, quien, a los 26 años, ya contaba con un impresionante palmarés de 11 Grand Slam. Este retiro, resultado de una profunda desmotivación, marcó el inicio de una compleja batalla del extenista contra la adicción al alcohol y las drogas, que lo llevó al borde de la muerte en múltiples ocasiones. Borg, quien se mudó a Nueva York en busca de un nuevo comienzo, se encontró atrapado en un ciclo autodestructivo, consumiendo cocaína y alcohol para escapar de su nueva realidad. En sus confesiones recientes, el exjugador describe estos años de caos, donde las sustancias se convirtieron en un refugio temporal de sus problemas.
La historia de Borg no solo se caracteriza por sus logros en la cancha, sino también por sus luchas personales que culminaron en un punto de inflexión en 1989, cuando decidió retomar el tenis tras sufrir una sobredosis. Este reencuentro con el deporte coincidiría con un período turbulento en su vida, marcado por problemas económicos y un matrimonio complicado. A pesar de los episodios vergonzosos y las recaídas que enfrentó, Borg finalmente logró desintoxicarse en 1999. Hoy, reflexiona sobre su viaje con cierta satisfacción, reconociendo el impacto devastador que tuvo la adicción en su vida y la necesidad de reconstruir su identidad más allá del deporte.
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