Los movimientos políticos del pasado continúan influyendo en el independentismo catalán actual, con eventos centenarios como los complots del Garraf y Prats de Molló marcando hitos históricos. Estos sucesos están entrelazados con el golpe de Estado de Miguel Primo de Rivera en 1923, que intensificó las tensiones dentro del catalanismo. Mientras la Lliga Regionalista apoyaba al régimen en busca de una reforma, el ala republicana e independentista denunciaba la autoritaria deriva. Bajo la represión estatal, figuras como Francesc Macià y Daniel Cardona organizaron una lucha desde el exilio, inspirándose en el independentismo irlandés y las acciones garibaldinas. El fallido intento de invasión a través del Pirineo catalán, aunque sin éxito militar, consolidó el liderazgo simbólico de Macià.
La figura de Macià se afianzó a nivel internacional tras el juicio en París, convirtiéndose en un emblema de la lucha contra el fascismo. Este reconocimiento le permitió obtener apoyo popular, pero las divisiones internas continuaron marcando el camino del independentismo catalán. Los conspiradores del Garraf, como Jaume Compte y Miguel Badia, siguieron diversos caminos políticos, destacando el desafío de equilibrar estrategias insurreccionales y diplomáticas. A cien años de estos eventos, su legado invita a una reflexión sobre las divisiones y estrategias del independentismo, subrayando la importancia de una memoria histórica crítica y la necesidad de cohesión en los movimientos políticos que miran hacia el futuro.
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