En las últimas horas, las autoridades han intensificado sus esfuerzos represivos en respuesta a las crecientes manifestaciones contra el gobierno. Se han registrado múltiples arrestos durante protestas en diversas ciudades, donde miles de ciudadanos han salido a las calles para expresar su descontento. Las fuerzas de seguridad han desplegado un amplio operativo, que incluye el uso de gases lacrimógenos y cargas policiales para dispersar a los manifestantes. Además, se han llevado a cabo redadas en numerosos domicilios, siguiendo una línea de acción que busca neutralizar a líderes y grupos considerados opositores al régimen actual.
Paralelamente, el gobierno ha aumentado la vigilancia sobre el contenido publicado en redes sociales, resultando en la detención de personas que han expresado críticas hacia las autoridades. Este cerco digital parece ser parte de una estrategia más amplia para intimidar a aquellos que desafían públicamente las políticas gubernamentales. Las organizaciones de derechos humanos han alzado su voz en alerta, denunciando la creciente criminalización de la disidencia y pidiendo a la comunidad internacional que se pronuncie ante lo que consideran una escalada autoritaria. La tensión en el país sigue en aumento, mientras el gobierno muestra poca disposición a dialogar con los sectores movilizados de la sociedad civil.
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