En el Palacio Huis ten Bosch de La Haya, residencia de los reyes Guillermo y Máxima de Países Bajos, se llevó a cabo una cena histórica donde los monarcas neerlandeses recibieron a jefes de Estado y de Gobierno de países de la OTAN. La cita tuvo lugar en el Salón Orange, emblemático por haber sido sede de la Primera Conferencia de la Paz de La Haya hace 126 años. Entre los destacados asistentes se encontraban el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien llegó solo y fue honrado con un recibimiento especial, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. La escena fue cuidadosamente planificada, con nueve mesas redondas para fomentar diálogos en un contexto de tensiones por la propuesta de Washington de aumentar el gasto militar al 5% para los miembros de la OTAN.
La cena reunió a mandatarios como Emmanuel Macron de Francia y Recep Tayyip Erdogan de Turquía, quienes fueron testigos de discursos donde se destacó la importancia de la unidad dentro de la Alianza. El rey Guillermo resaltó el valor de la OTAN en el mantenimiento de la paz, mientras Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, destacó el papel de Trump en alentar el incremento del gasto en defensa en Europa y Canadá. Se sirvieron menús personalizados, atendiendo a requerimientos dietéticos, preparados por un equipo de 20 cocineros y servidos en una vajilla distintiva que refleja la tradición de la Casa Real. La velada, simbólicamente significativa y cuidadosamente orquestada, subrayó el papel de las monarquías en el ejercicio de la diplomacia contemporánea.
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