La última película de la aclamada directora se centra en la adaptación de la novela de Rafael Chirbes, destacándose como un ejercicio de cine minimalista que respira y se desarrolla a través de los silencios. Esta obra cinematográfica profundiza en el dolor y las emociones contenidas, siguiendo la tradición de Chirbes de explorar el desgaste y el sufrimiento humano. La directora logra captar la esencia del libro, presentando una narrativa visual que permite al espectador sumergirse en el peso de los momentos no dichos y las pausas significativas que dejan una marca indeleble en los protagonistas.
Con una puesta en escena austera, la película ofrece una experiencia casi contemplativa, permitiendo que el silencio cuente su propia historia. La directora utiliza de manera magistral los espacios vacíos y el silencio como herramientas narrativas, dotando a los personajes de una profundidad psicológica que refuerza el impacto emocional del filme. Esta adaptación es una exploración íntima de los pequeños gestos y miradas, convirtiendo lo que podría parecer simple en una obra de arte compleja y rica en matices, fiel al espíritu de Chirbes y su legado literario.
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