A altas horas de la madrugada, cientos de personas soportan el frío en Beitunia, Cisjordania, esperando la liberación de 76 presos palestinos de los 90 que Israel debe liberar tras un intercambio por tres rehenes israelíes en Gaza. La llegada de dos autobuses del Comité Internacional de la Cruz Roja desata la euforia en la multitud que celebra mientras los vehículos avanzan lentamente. En un ambiente festivo cargado de simbolismo político, los liberados, en su mayoría mujeres, muestran signos de victoria y el cielo se ilumina con fuegos artificiales. Las banderas de Hamás y otras facciones ondean, reflejando también un apoyo a la resistencia armada que persiste incluso tras 15 meses de conflicto devastador en Gaza.
Entre las anécdotas personales, las expresas relatan las duras condiciones de su encarcelamiento, describiendo las celdas como «cementerios de vivos» y detallando la tortura psicológica y falta de recursos básicos. Al mismo tiempo, el evento pone en evidencia el bajo prestigio de la Autoridad Nacional Palestina, que enfrenta críticas por su cooperación con Israel y muestra un perfil bajo en este contexto de tensiones políticas. La situación está tensa en la región con colonos judíos atacando vehículos palestinos, incrementando el temor y la inseguridad entre las familias que esperan el regreso de sus seres queridos. La insignia verde de Hamás prevalece entre la multitud, simbolizando la fuerza detrás de la liberación de los prisioneros, mientras el papel de la resistencia armada es exaltado por los presentes.
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