En España, la población de origen extranjero menor de 20 años ha alcanzado el 36%, según las últimas estadísticas que incluyen tanto a los hijos de extranjeros nacidos en el país como a aquellos nacidos fuera de sus fronteras. Esta cifra refleja un significativo aumento en la diversidad demográfica de las generaciones más jóvenes, lo que podría implicar cambios importantes en áreas como la educación, la cultura y la economía. Especialistas señalan que este crecimiento se debe en parte a las olas migratorias de las últimas décadas y a la consolidación de comunidades extranjeras en el país.
El impacto de esta transformación demográfica se percibe ya en diversas instituciones y sectores. Las escuelas, por ejemplo, enfrentan el reto de adaptarse a un alumnado cada vez más diverso en términos culturales y lingüísticos. Asimismo, esta diversidad podría estimular la economía al aportar una gama más amplia de habilidades y perspectivas al mercado laboral. Sin embargo, también se presentan desafíos como la necesidad de asegurar la integración efectiva de estas poblaciones para evitar tensiones sociales y fomentar la cohesión en la sociedad española.
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