La undécima etapa de la Vuelta a España concluyó de manera inusual al ser neutralizada a tres kilómetros de la meta debido a las protestas masivas en la Gran Vía de Bilbao contra la política de Israel. Carlos Verona, ciclista del equipo Lidl-Trek, expresó su descontento tras la decisión, enfatizando la importancia de mantener el deporte alejado de las cuestiones políticas. Verona destacó que la seguridad debe ser prioritaria, solicitando que la Unión Ciclista Internacional tome medidas para evitar que eventos similares influyan en futuras competiciones. “Esperemos que las manifestaciones sean pacíficas y no comprometan la integridad de los participantes”, afirmó en declaraciones a Eurosport.
Las declaraciones de Verona, realizadas al final de la carrera, generaron una ola de críticas en redes sociales, acusándolo de ser equidistante frente al conflicto. La analista política Sarah Santaolalla sugirió que el ciclista debería haber evitado hacer comentarios. Además, se anticipan más protestas, como la convocada en Llanes (Asturias) en apoyo al pueblo palestino, coincidiendo con la 13ª etapa de la carrera. Este episodio refleja la creciente interacción entre el deporte y las dinámicas políticas globales, poniendo de relieve la complejidad de mantener ambos mundos separados.
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