Sarah Ferguson, duquesa de York, ha visto un cambio significativo en su relación con la familia real británica, impulsado por el nuevo enfoque de Carlos III. Desde que el rey decidió permitir su participación en eventos públicos, como la tradicional misa de Navidad en Sandringham, su presencia ha generado un nuevo camino para sus hijas, las princesas Beatriz y Eugenia. Sin embargo, las tensiones han escalado entre Carlos III y el príncipe Andrés, lo que ha llevado al monarca a mantener a ambos alejados de actividades oficiales, buscando hacer de ellos figuras «invisibles» en las reuniones familiares. Este alejamiento se intensificó cuando Carlos III decidió que no asistirían a la cena navideña de este año en Sandringham.
El distanciamiento se agrava en medio de escándalos recientes, incluyendo la filtración de un correo electrónico en el que Ferguson se disculpaba a Jeffrey Epstein, lo que ha dañado aún más su reputación y ha llevado a organizaciones benéficas a romper lazos con ella. Según fuentes cercanas, Carlos III ha dejado claro que quiere disociar su imagen de la de su hermano Andrés, cuyas implicaciones en la controversia de Epstein continúan afectando a toda la familia. Mientras tanto, el príncipe Guillermo ha mostrado un claro desinterés por mantener cualquier relación significativa con su tío, reafirmando la distancia que se ha creado en torno a los Windsor.
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