Rubén Baraja ha sido destituido como entrenador del Valencia tras una racha de resultados desastrosa que ha dejado al equipo en la penúltima posición de la clasificación con solo 12 puntos de 51 posibles. Pese a la presión de la afición en Mestalla, que imploraba su cese con un más sentido lamento que ira, Baraja permaneció en su cargo hasta que el club decidió prescindir de sus servicios. Su salida marca la cuarta destitución de un entrenador en la Primera División española esta temporada, en un contexto en el que el Valencia lucha por evitar el descenso, un destino impensable para un club que solía brillar tanto en la liga nacional como en competiciones europeas. Este movimiento le costará al club alrededor de seis millones de euros, superando ampliamente la inversión realizada en fichajes durante el último verano.
La situación financiera y deportiva del Valencia es precaria bajo el mando de su propietario, Peter Lim, quien ha priorizado la reducción de costes sobre la construcción de un equipo competitivo. Los fichajes realizados han tenido un impacto escaso, con Rafa Mir aún sin anotar en La Liga y Luis Rioja reubicado en posiciones defensivas. Mientras tanto, la base de aficionados del Valencia, siempre fiel, muestra signos de cisma y descontento, amenazando con protestas más visibles como dejar vacío el estadio en partidos clave. Layhoon Chan, presidenta del club, había negado previamente un cambio de entrenador, pero la convulsa situación desencadenó finalmente el despido de Baraja a través de un comunicado oficial. Ahora, con Quique Sánchez Flores fuera de la baraja, la dirección del equipo podría recaer en Carlos Corberán, un técnico con experiencia en la Championship inglesa, encargado de proporcionar el liderazgo necesario para enfrentar los retos inmediatos del Valencia.
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