El delegado del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, ha visitado hoy el Viaje del Agua de Amaniel, una histórica instalación hidráulica subterránea que data de principios del siglo XVII. Este complejo, construido por orden de Felipe III, tuvo como objetivo inicial proveer de agua al desaparecido Alcázar de Madrid. Tras varios trabajos de recuperación y rehabilitación llevados a cabo por el Ayuntamiento de Madrid, las galerías del Viaje del Agua están abiertas al público. Carabante ha recorrido las instalaciones y ha invitado a los madrileños a conocer esta joya subterránea, que ofrece una ventana a la historia de la ciudad.
El Viaje del Agua de Amaniel, también conocido como el «Arca vieja» o «Caño Gordo», está ubicado en el parque de Juan XXIII y ha sido revalorizado gracias a la intervención municipal, que ha permitido poner en valor este importante legado patrimonial. Los ciudadanos pueden realizar visitas guiadas gratuitas organizadas por el departamento de Educación Ambiental del Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad. Para asistir a estas visitas, es posible solicitar información a través del correo [email protected] o del teléfono 914802141. Adicionalmente, se recomienda consultar más detalles en el portal web oficial del Ayuntamiento.
Este proyecto, conocido como Viaje del Agua de Amaniel, tiene sus raíces históricas en 1613 cuando Felipe III ordenó su construcción para abastecer de agua a la Casa Real. Supervisado inicialmente por Tomás de Angulo y Fray Alberto de la Madre de Dios, la instalación se finalizó en 1621. A lo largo de los siglos, la estructura enfrentó múltiples problemas, incluyendo colapsos y sobreexplotación debido a concesiones de agua a diversos conventos y nobles.
El incendio del Alcázar y la posterior construcción del nuevo Palacio Real provocaron una serie de iniciativas para recuperar el viaje de Amaniel. En 1750, el arquitecto Juan Bautista Sacchetti intentó llevar a cabo un proyecto de restauración, aunque solo se realizaron reformas puntuales. Posteriormente, Francisco Sabatini retomó la iniciativa durante el siglo XVIII, aunque sin completarla por completo. El arquitecto Narciso Pascual y Colomer elaboró en 1846 el plano más detallado de la instalación, justo antes de que el Canal de Isabel II comenzase a asegurar el suministro de agua a Madrid, lo que llevó al progresivo abandono del viaje.
Finalmente, el Viaje del Agua de Amaniel, que había sido parte del Patrimonio Real, fue cedido a la red municipal de aguas en 1954. Hoy en día, otra vez disponible para el público, representa un testimonio vivo de la ingeniería hidráulica de los siglos pasados y la evolución del abastecimiento de agua en Madrid.