Madrid ha vuelto a vibrar con la presencia de cientos de ovejas y cabras que, como cada año, recorren sus calles para conmemorar la 32ª edición de la Fiesta de la Trashumancia. Este evento no solo transforma el corazón de la ciudad en un pintoresco escenario rural, sino que también resalta la importancia histórica, cultural, social y ambiental de la actividad ganadera.
La celebración busca poner en relieve la trascendencia de la trashumancia, una práctica ancestral que sigue siendo esencial para la conservación de las vías pecuarias. Estas rutas, cruciales para el desplazamiento del ganado, representan un valioso patrimonio ecológico y cultural que merece ser preservado.
Este año, el evento ha contado nuevamente con el compromiso renovado de Borja Carabante, delegado del Área de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid. La continuidad de su apoyo resalta el valor ecológico de esta tradición en un contexto urbano que a menudo desvincula a los ciudadanos de sus raíces rurales.
La Fiesta de la Trashumancia no solo es un homenaje al pasado, sino también un llamado a la acción. En un mundo cada vez más urbanizado, donde las conexiones con la naturaleza pueden parecer remotas, la defensa de estas prácticas y rutas ganaderas se vuelve esencial para el equilibrio medioambiental y el sostenimiento de la biodiversidad.
El evento simboliza, además, un acto de unión y reflexión sobre la sostenibilidad, promoviendo un encuentro intergeneracional que inspira a nuevas generaciones a valorar y proteger el legado natural y cultural de la trashumancia. En definitiva, Madrid se convierte en un puente entre la tradición y la modernidad, destacando la necesidad de adaptarse sin olvidar las raíces.


