Nueva York, una ciudad de incesante bullicio, acoge el US Open, sumergiendo a deportistas y visitantes en su característica atmósfera caótica y vibrante. El incesante ruido de sirenas y el constante gentío complican los desplazamientos de los tenistas hacia el complejo en Queens, mientras celebrities y cineastas como Spike Lee aportan un toque glamuroso al evento. En este entorno, figuras como Jannik Sinner y Carlos Alcaraz se adaptan al desorden, aunque no sin dificultades. Sinner, por ejemplo, necesita escoltas para moverse en Times Square, y Alcaraz, aunque disfruta del ánimo del público durante sus entrenamientos, admite que el ruido en Nueva York es un reto añadido.
Para muchos participantes, la experiencia neoyorquina es más agotadora que en otros Grand Slams. Jaume Munar, quien prefiere la calma europea, expresa su descontento por la constante presión de la ciudad. Adrian Mannarino y Agnieszka Radwanska coinciden en que el entorno caótico absorbe energía, mientras otros, como Carlos Alcaraz, encuentran cierto encanto en la vivacidad del público, aunque el constante ir y venir alrededor de la pista puede desconcentrar. Además, el aroma a marihuana, legalizada en 2021, impregna las instalaciones, lo que ha generado quejas de jugadores como Novak Djokovic. No obstante, para los tenistas locales, familiarizados con el bullicioso ritmo, el escenario neoyorquino es más natural y disfrutable, mostrando cómo la percepción del caos varía entre culturas y estilos de juego.
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