En un reciente encuentro en el estudio de Nueva York de CNN, la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, enfrentó críticas sobre una aparente contradicción en su postura respecto a la construcción del muro fronterizo propuesto por Donald Trump en 2016. Durante la conversación con el periodista Anderson Cooper, miembro de la prestigiosa familia Vanderbilt, Harris fue cuestionada sobre por qué anteriormente había tildado el proyecto como «idiota», mientras ahora parece apoyar su continuación para atraer el voto de los estados indecisos como Arizona, Michigan y Wisconsin en las próximas elecciones presidenciales. Cooper instó a Harris a explicar su respaldo a un proyecto de ley que destinaría 650 millones de dólares para el muro, pero Harris evadió proporcionar respuestas claras, optando por expresar su deseo de «fortalecer nuestra frontera» en lugar de detallar su cambio de postura.
El encuentro, que adoptó el tradicional formato de «town hall», reveló las vulnerabilidades de Harris ante los votantes no solo respecto al muro, sino también en temas como los impuestos, el apoyo a Israel, el fracking y el Tribunal Supremo. Ante preguntas sobre su política fiscal, Harris evitó confirmar si subiría impuestos a quienes ganan más de 400,000 dólares, limitándose a hablar sobre la necesidad de «paridad» en la tributación de los más ricos. Sobre Israel, Harris criticó a Trump por sus presuntas declaraciones peligrosas, sin entrar en detalles sobre su propia postura. Asimismo, se resistió a definir su posición respecto a la prohibición del fracking o a la despenalización del cruce de fronteras, reafirmando su enfoque en el compromiso sin aclarar sus cambios de opinión. La falta de respuestas contundentes refuerza la visión de Harris como una figura política que aún busca conectar de manera efectiva con la clase media y los votantes indecisos que son cruciales para el éxito del Partido Demócrata en las próximas elecciones.
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