Diversos estudios científicos han revelado que caminar descalzo fortalece los más de 20 músculos y las terminaciones nerviosas del pie, promoviendo así su salud y funcionalidad. Esta práctica ayuda a prevenir la atrofia muscular y contribuye a una mejor biomecánica del cuerpo, potenciando una pisada más natural y eficiente. Al renunciar al uso constante de zapatos, se favorece un desarrollo muscular adecuado que reduce el riesgo de lesiones y mejora el equilibrio general.
Adicionalmente, el contacto directo del pie con el suelo permite una retroalimentación sensorial vital para el cerebro, optimizando la percepción y coordinación del cuerpo en movimiento. Este enfoque se está convirtiendo en una recomendación habitual entre profesionales de la salud, quienes sugieren introducir gradualmente la práctica de caminar descalzo como parte de un estilo de vida activo y saludable. La creciente atención a estos beneficios ha impulsado una tendencia hacia el minimalismo en el calzado, promoviendo diseños que permitan una mayor libertad y funcionalidad al pie.
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