Una ola de incendios ha desatado el pánico en la localidad de Cabezabellosa, en Cáceres, llevando a los vecinos a abandonar sus hogares y enfrentar situaciones desesperadas. Beatriz, una residente de 41 años, relató que mientras ella se encuentra en Plasencia, sus familiares intentan proteger sus propiedades del avance del fuego. “La Guardia Civil les ha dado una hora para entrar en casa y dar de comer a los animales, pero mi hermano está intentando hacer un cortafuegos”, contó. Con 4.600 hectáreas calcinadas, las autoridades decidieron evacuar a 19 personas que aún permanecían en la zona, enfatizando la necesidad de seguir las instrucciones de emergencia. Sin embargo, muchos vecinos se quedaron para ayudar en la lucha contra el fuego, desafiando las percepciones de «rebeldía» por parte de las autoridades.
Los testimonios de los vecinos reflejan un sentido de comunidad y colaboración en medio de la crisis. Elena, de 33 años, y Javier, de 58, subrayaron cómo algunos residentes se quedaron para proteger las viviendas y el ganado con sus conocimientos del terreno, apoyando a los bomberos en la extinción del fuego. A pesar de su determinación, la evacuación se realizó en un ambiente de caos, con una comunicación deficiente que llevó a confusión entre la población, mayormente anciana. La frustración se intensifica al reconocer que la falta de mantenimiento en los montes contribuye a la magnitud del desastre. “Tienen abandonados los montes y por eso pasa lo que pasa», afirmó Beatriz, quien además advirtió sobre las consecuencias económicas que enfrentan en un invierno complicado tras la tragedia que afecta no solo su entorno, sino la esencia misma de su comunidad.
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