Bruselas ha sellado un acuerdo comercial con Estados Unidos que la Comisión Europea presenta como una buena noticia, pese a las críticas que ya recibe de varios Estados miembros. Maros Sefcovic, comisario europeo de Comercio, defendió el pacto argumentando que asegura una estabilidad renovada y protege una relación transatlántica valorada en 1,7 billones de dólares. El acuerdo establece una tarifa del 15% sobre productos europeos y obliga a la UE a adquirir energía estadounidense por 750.000 millones de dólares, además de invertir 600.000 millones en el territorio norteamericano. Aunque Bruselas logró que ciertos productos, como los farmacéuticos, queden exentos de aranceles, la inversión en energía se fijó en 250.000 millones anuales durante tres años.
Sin embargo, la recepción del pacto ha sido desigual entre los líderes europeos. Alemania se mostró satisfecha, indicando que se han salvaguardado intereses cruciales, mientras que Bélgica y España adoptaron una postura más cautelosa. El primer ministro belga, Bart de Wever, advirtió que aunque hay motivos para alivio, también hay aspectos preocupantes que permanecen sin resolver. En contraste, Francia ha sido crítica, calificando el acuerdo de un «día oscuro» para una alianza dedicada a los valores y a la defensa de intereses comunes. Con la Mesa Redonda Industrial expresando un respaldo cauteloso, las negociaciones continuarán, ya que el pacto aún debe ser aprobado por el Parlamento Europeo y los Estados miembros.
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