El anuncio de aranceles por parte de Donald Trump a productos europeos ha generado tensiones entre Estados Unidos y la Unión Europea, con la Comisión Europea preparándose para una posible represalia. Valdis Dombrovskis, comisario europeo de economía, ha expresado que la UE está dispuesta a responder de forma proporcional para defender sus intereses. Ante esta situación, la Unión Europea enfrenta dos caminos: responder con aranceles, lo que podría escalar a una guerra comercial, o intentar negociar desde un principio para evitar la implementación de estos gravámenes. Por lo pronto, la prioridad de la UE es evitar que los aranceles entren en vigor, y está dispuesta a considerar concesiones para lograrlo, en un intento por mantener relaciones comerciales e inversiones globales estables, que de fragmentarse podrían reducir el PIB global en un 7%, según el FMI.
El enfoque negociador fue evidentemente priorizado cuando Maros Sefcovic, comisario de Comercio de la UE, visitó Washington para dialogar con la administración Trump, con la esperanza de desescalar posibles tensiones. En su encuentro, Sefcovic transmitió un ánimo diplomático, destacando la importancia de evitar un «periodo de dolor» para ambas economías. Sin embargo, Europa se enfrenta al desafío de un posible aumento de aranceles, que podrían afectar significativamente a sectores industriales clave como el automotriz alemán e italiano, con caídas en exportaciones estimadas por Oxford Economics. Mientras tanto, se vislumbra una posible negociación centrada en comprar más gas natural licuado de EE. UU., además de considerar temas adicionales como el gasto en defensa. La UE, aunque firme en sus valores, busca evitar un conflicto mayor, sopesando medidas alternas que podrían incluir desde aranceles a productos estadounidenses hasta la imposición de una tasa de servicios digitales, si las negociaciones no logran equilibrar el déficit comercial que preocupa a Trump.
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