El reciente brote del síndrome de Guillain-Barré (GBS) en Gaza ha generado preocupación entre los equipos médicos de la región, ya afectados por el prolongado conflicto. Este trastorno, causado por infecciones virales o bacterianas, lleva al sistema inmunológico a atacar el cuerpo, provocando parálisis progresiva. Desde junio, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha registrado 85 casos, con tres muertes reportadas. Las condiciones insalubres creadas por el conflicto, incluido el daño a las infraestructuras de agua y saneamiento, han contribuido a la rápida propagación de esta y otras enfermedades infecciosas, como polio y cólera. La carencia de tratamientos adecuados en la región agrava la situación, y el bloqueo humanitario impide que se tomen medidas efectivas.
La respuesta médica en Gaza enfrenta enormes desafíos, con hospitales desbordados y recursos insuficientes para tratar a los pacientes de GBS. En condiciones normales, la recuperación es posible, pero sin acceso a tratamientos esenciales, la situación se complica. La desnutrición y el hacinamiento debilitan aún más a la población, aumentando la vulnerabilidad a infecciones. La situación se ve exacerbada por el bloqueo impuesto por Israel, que limita la entrada de suministros básicos, aunque recientemente se han permitido entregas mínimas. Las autoridades locales y organismos internacionales advierten que, si no se alivian las restricciones y se mejora la asistencia médica, el brote y sus consecuencias podrían intensificarse, acrecentando lo que ya es una crisis sanitaria en la región.
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