El mundo está en alerta tras la reciente identificación de casos de transmisión del virus H5N1, conocido por causar la gripe aviar, de vacas a humanos en Estados Unidos y posibles contagios entre personas. Este virus, detectado por primera vez en aves de corral en Escocia en 1959, muestra ahora una nueva dimensión al adaptarse a un nuevo hospedador: el ganado bovino, lo que supone un reto inesperado para la salud pública. A lo largo de los años, el H5N1 ha ocasionado numerosas epizootias y una panzootía, afectando a aves y mamíferos, incluidos animales domésticos y de granja, y causando pérdidas económicas significativas y un impacto ecológico considerable.
En marzo, el virus fue detectado por primera vez en vacas lecheras en Estados Unidos, lo que llevó a la notificación de brotes en catorce estados. Aunque el impacto económico es notable debido a que afecta la calidad de la leche, la pasteurización ha demostrado ser efectiva para prevenir la transmisión a los humanos a través de productos lácteos. Sin embargo, ya han surgido casos de transmisión de vacas a humanos, como el caso del paciente de Missouri que presentó síntomas graves sin un claro nexo de contacto con animales infectados. Con un historial de 896 infecciones humanas confirmadas desde 2003, de las cuales 463 han sido mortales, la situación demanda una vigilancia epidemiológica estricta y el desarrollo de vacunas para mitigar el riesgo de una posible pandemia. Además, se recomienda evitar el contacto con animales potencialmente infectados y el consumo de productos no pasteurizados, reforzando además las medidas preventivas aprendidas durante la pandemia de COVID-19.
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