En el condado de Los Ángeles, los incendios descontrolados han llevado a los residentes a tomar medidas desesperadas para salvar sus hogares, desobedeciendo las órdenes de evacuación. A pesar de los esfuerzos exhaustivos de los bomberos, cuya capacidad ha sido sobrepasada por la magnitud y rapidez de los siniestros avivados por los vientos de Santa Ana, muchos propietarios, como Dolores Zamora, han optado por quedarse y combatir las llamas que avanzan sobre sus propiedades. Con recursos limitados, vecinos se han unido utilizando agua de piscinas para intentar sofocar los fuegos menores, mientras las llamas han destruido estructuras, incluidos edificios comerciales y estaciones de bomberos. El fuego Eaton, impactando particularmente en zonas como Altadena, ha devastado extensas áreas en un breve período, con la pérdida de vidas humanas y múltiples bienes materiales.
En medio de la destrucción, el Centro de Convenciones de Pasadena se ha convertido en un refugio temporal para más de 700 personas que han visto cómo las llamas arrasan sus hogares o temen perderlos. Las órdenes de evacuación continúan expandiéndose, pasando de cubrir 80.000 a aproximadamente 150.000 residentes, mientras que las organizaciones de rescate y voluntarios proporcionan asistencia básica en el refugio. La ciudad de Pasadena ha adoptado una imagen fúnebre y desolada, cubierta por una densa capa de humo y cenizas que reemplaza la habitual actividad diaria. Con el apoyo del Servicio Nacional de Meteorología, se espera un alivio temporal del viento, un rayo de esperanza para los bomberos que luchan por detener el avance del fuego antes de que alcance infraestructuras críticas como la autopista 210. Mientras los residentes aguardan con incertidumbre, la tragedia del fuego ha inundado las conversaciones con preguntas aún sin respuesta sobre el estado de sus hogares.
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