Desde hace tres años, Bogotá ha experimentado una transformación significativa en su panorama de movilidad, impulsada por migrantes venezolanos que adoptan bicicletas eléctricas para desempeñarse como mensajeros. Estos vehículos, que permiten recorrer más de 100 kilómetros diarios sin esfuerzo considerable, han encontrado su nicho en una de las capitales más congestionadas del planeta. La empresa Guajira, fundada por el estadounidense James Downer, ha sido clave en este cambio. Downer, quien vio una oportunidad en la creciente diáspora venezolana y el fervor ciclista de Bogotá, no solo introdujo estas bicicletas, sino que también proporcionó servicios financieros innovadores a través de Roda, facilitando créditos a migrantes que tradicionalmente enfrentaban barreras en el sistema bancario.
El impacto de Guajira va más allá de la movilidad sostenible. Con un índice de morosidad del 4%, significativamente inferior al promedio del sector de microcréditos en Colombia, la iniciativa ha demostrado un modelo de negocio efectivo y sostenible que ya ha beneficiado a más de 4,000 personas y generado ingresos adicionales por más de 10 millones de dólares. Al estar en constante expansión, la empresa busca transformar el transporte en la región, apuntando a la producción de millones de vehículos eléctricos en la próxima década. La comunidad de mensajeros no solo ha mejorado sus ingresos, sino que ha visto un cambio en su calidad de vida, reflejado incluso en su apariencia. Este fenómeno está desatando una revolución de movilidad sostenible que se está replicando en otras ciudades colombianas, como Medellín y Cali.
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