En 2023, Intel decidió dejar atrás la minería de Bitcoin, pero sus chips Blockscale no quedaron en el olvido. Ahora, gracias a una generosa donación de 256.000 unidades a la 256 Foundation, estos chips encuentran un nuevo propósito en el ecosistema abierto, permitiendo que desarrolladores y makers experimenten con hardware de nivel industrial.
Intel había lanzado en 2022 su segunda generación de ASICs especializados para la minería de Bitcoin bajo la marca Blockscale, destacando por su eficiencia energética competitiva y velocidades avanzadas. Sin embargo, la volatilidad del mercado de criptomonedas y la fuerte presencia de fabricantes chinos hicieron que Intel cerrara el programa Blockscale en 2023.
En un giro inesperado, el 2 de septiembre de 2025, la fundación 256 Foundation anunció haber recibido un lote significativo de estos ASICs de manos de Proto, la división de minería de Block, Inc., la empresa liderada por Jack Dorsey. Esta donación, con un equivalente a 76 PH/s de potencia agregada, será distribuida entre cuatro proyectos de hardware abierto en Estados Unidos, democratizando el acceso a este tipo de tecnología.
Según Econalchemist, fundador de 256 Foundation, esta acción busca empoderar a la comunidad, alejando estos recursos de estar simplemente almacenados para ponerlos a disposición del público, permitiendo la inspección, modificación y ejecución libre del hardware.
La donación resulta especialmente relevante en un contexto donde Bitmain y otros fabricantes mantienen un control cerrado sobre sus productos. Con el acceso a estos chips, los desarrolladores podrán innovar en esquemas abiertos, diseñando placas de referencia y sistemas modulares que prometen reducir la dependencia de las soluciones propietarias dominantes.
Más allá de sus usos en la minería de Bitcoin, los ASICs BZM2 podrían tener aplicaciones diversas, como la reutilización del calor generado para calefacción doméstica o el secado de alimentos, la gestión de excedentes de energía en infraestructuras renovables, y el calentamiento eficiente en impresoras 3D. Además, se prevé que se utilicen en el ámbito educativo, facilitando el aprendizaje del diseño de sistemas energéticos y hardware especializado.
La llegada de estos chips al ecosistema abierto marca un precedente significativo, siendo la primera vez en años que un volumen tan considerable de silicio comercial es puesto a disposición de la comunidad DIY. Aunque no se han proporcionado manuales oficiales, ya existen iniciativas para desarrollar firmware libre, esquemas y guías de integración, demostrando el potencial innovador que esta donación podría desatar.
En resumen, el futuro de los chips BZM2 en el ecosistema abierto dependerá en gran medida de la creatividad y colaboración comunitaria, proponiendo un modelo de democratización del hardware que podría cambiar las reglas del juego en la industria.
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