El estadio de San Mamés en Bilbao se prepara para ser el escenario de la final de la Liga Europa, fortificado con una imponente valla metálica como parte de los requerimientos de la UEFA. Este perímetro reforzado servirá también para el partido de vuelta de los cuartos de final de la misma competición entre el Athletic y el Rangers, que atrajo a miles de seguidores escoceses a la ciudad. La Ertzaintza estima la llegada de cerca de 6,000 aficionados del Rangers, muchos sin entrada, moviendo a la policía vasca a movilizar agentes antidisturbios para garantizar la seguridad. Mientras tanto, un grupo de hinchas ha alquilado la discoteca La Sonora para celebrar el evento, ofreciendo una fiesta paralela con hechos recientes de otras ciudades como garantía de comportamiento pacífico.
El ambiente en Bilbao se teñirá de azul y blanco, los colores de los escoceses, emulando experiencias vividas sin incidentes en otros encuentros europeos. La comunidad visitante busca disfrutar del fútbol de manera cívica, mientras que las autoridades locales toman precauciones para asegurar que el evento transcurra sin altercados. Además de los escoceses, la ciudad recibirá a unos 500 seguidores del PAOK de Salónica para otro evento deportivo, incrementando la necesidad de un operativo de seguridad robusto. Las autoridades vascas insisten en que, pese al gran número de visitantes, se espera que la gente pueda vivir la jornada con normalidad, destacando una convivencia en paz y el amor por el fútbol como denominador común entre los asistentes.
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