El presidente estadounidense, Joe Biden, está impulsando una medida para que la sanidad pública del país cubra el coste de medicamentos para la pérdida de peso, como Ozempic, con el objetivo de mitigar la obesidad que afecta a aproximadamente el 43% de la población en Estados Unidos. Este plan, que contempla un gasto de 35.000 millones de dólares en los próximos diez años, busca aliviar el impacto económico de enfermedades crónicas asociadas a la obesidad, aliviando a su vez a millones de estadounidenses que actualmente pagan altos costos por estos tratamientos. La Casa Blanca defiende que este tipo de iniciativa es urgente dado el creciente riesgo de que la obesidad desemboque en diversas enfermedades, incluidas la diabetes y las cardiovasculares.
A pesar del apoyo bipartidista, la propuesta enfrenta posibles obstáculos políticos. Si bien Donald Trump no ha manifestado una posición clara al respecto, Robert F. Kennedy Jr., propuesto como próximo líder de salud, ha mostrado su desacuerdo con estos fármacos, sugiriendo alternativas como dietas saludables y ejercicio. En paralelo, las administraciones de países como España y Reino Unido abordan de forma distinta el desafío de la obesidad. En Europa, el uso de estos tratamientos se ha traducido en escasez, lo que ha llevado a reguladores como la Agencia Europea de Medicamentos a intervenir. La situación subraya una problemática internacional en la gestión de la obesidad, calificada por algunos expertos como uno de los retos sanitarios más significativos de nuestro tiempo.
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