La reciente puesta en escena de «El castillo de Barbazul» y «El mandarín maravilloso» de Béla Bartók en el Teatro Real generó diversas reacciones, desde aplausos hasta abucheos. Esta producción, dirigida por Christof Loy y estrenada con éxito inicial en Basilea en 2022, propone un enfoque innovador al conectar ambas obras bajo el lema «Al amor no puede vencerlo la muerte». Loy incluye un prólogo recitado que reflexiona sobre la naturaleza interpretativa del teatro, utilizado tanto en la ópera como en el ballet. Los elementos minimalistas y la música perturbadora se combinan para crear una experiencia intensa, aunque algunos elementos clave de la pantomima se ven desdibujados.
En el ámbito musical, el director Gustavo Gimeno destacó con su dirección orquestal precisa, manejando con habilidad la compleja arquitectura rítmica de las obras de Bartók. El bajo Christof Fischesser y la soprano Evelyn Herlitzius protagonizan «El castillo de Barbazul», aunque su actuación conjunta carece de la química necesaria para mantener la tensión escénica. A pesar de las interpretaciones vocales y musicales sobresalientes, la producción no logró llenar el teatro, evidenciando una desconexión con una parte del público. La música de Bartók fue interpretada por primera vez en el escenario del Teatro Real, y aunque la última función fue cancelada, aún resuena el eco de su innovador legado musical en esta emblemática institución.
Leer noticia completa en El Pais.


